El olor a muerte se percibe a kilómetros de distancia. Se nota en la cara de las personas que trabajan a un costado del Servicio Médico Forense en Chilpancingo, Guerrero, que con lo que pueden se cubren la nariz.
"El olor es insoportable", subraya Cornelio Daniel, quien trabaja a un costado del Semefo.
Y es que desde hace siete años, en un espacio diseñado para resguardar solo 200 cuerpos, se han acumulado más 600 cadáveres que no han sido reconocidos.
"Estos olores pueden traer bacterias con estos cuerpos putrefactos", considera Jazmín Acosta, quien trabaja a un constado de las instalaciones.
Los restos humanos se conservan en bolsas de plástico y, debido a la saturación, algunos están amontonados en una zona al aire libre, por lo que la fetidez llega fácilmente a los edificios aledaños.
"Los señores hacen su labor de sacar sus difuntos y no se consideran a los que están al lado", se queja Cornelio Daniel.
Guerrero es uno de los estados más azotados por la violencia del crimen organizado; en promedio en la región se registran cinco asesinatos diarios, lo que ha colapsado los servicios forenses.
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Las autoridades argumentaron que el proceso de identificación es tardado ya que diariamente ingresan entre 6 y 10 cadáveres, algunos de ellos segmentados, quemados y en avanzado estado de descomposición.
"No solamente ellos sufren de eso, el fiscal general también sufre de esos olores porque son muy fuertes", dice Francisco Javier Olea, fiscal general de Guerrero.
Además, afirman, la mayoría de los restos humanos, permanecen bajo investigación.
"Van a seguir los olores fétidos tomando en consideración que cuando la fiscalía necesita un cuerpo o varios cuerpos pues se tienen que abrir", anticipa el fiscal.
Los trabajadores propusieron reubicar las instalaciones del Semefo para evitar que se convierta en un problema de salud pública; mientras tanto, el compromiso del gobierno guerrerense es comprar más cámaras de refrigeración.